JEREMY CLARKSON TIENE UNA SOLUCIÓN PARA ARREGLAR LA F1: ADIÓS A AQUELLOS CIRCUITOS SIN ADELANTAMIENTOS
Jakub Porzycki
La Fórmula 1 de 2025 ha tenido momentos emocionantes, pero el Gran Premio de Japón en Suzuka dejó a muchos aficionados con ganas de más acción. Después de décadas siendo escenario de batallas legendarias —recordemos los épicos duelos entre Ayrton Senna y Alain Prost en los 80 y 90, o las estrategias maestras durante la era Schumacher—, la última carrera resultó inusualmente soporífera, con pocos adelantamientos y una sensación general de monotonía que varios pilotos reconocieron.
Ante este panorama, Jeremy Clarkson —conocido presentador, entusiasta de los automóviles y voz polémica en el mundo del motor— lanzó una opinión contundente en redes sociales:
“He tenido una idea para hacer la F1 más emocionante de forma constante. No uses pistas donde adelantar sea difícil.”
Bajo este enfoque, circuitos como Albert Park, Suzuka o incluso Mónaco, famosos por su limitada facilidad para adelantar, deberían replantearse su presencia en el calendario. La justificación es simple: los actuales monoplazas de F1 son más grandes y difíciles de manejar en pistas angostas o con pocas zonas de sobrepaso, lo que puede convertir la carrera en un mero desfile. ¿La solución? Seleccionar exclusivamente trazados donde existan oportunidades claras para la acción rueda a rueda.
Así debería verse una carrera de F1 según mi opinión
El trasfondo económico de la F1
Sin embargo, la Fórmula 1 no solo es un deporte; es un negocio multimillonario. Las inversiones de marcas como Aramco, Louis Vuitton o Paramount, sumadas a los acuerdos entre Liberty Media y los circuitos, se traducen en fuertes compromisos contractuales que impiden simplemente “descartar” un trazado con tradición e impacto mediático. Eventos como el Gran Premio de Mónaco, a pesar de su fama de ser solo un “proceso sin adelantamientos”, conservan un peso histórico y publicitario tan grande que resulta casi imposible sacarlos del calendario.
Además, la verdadera fuente de ingresos de la F1 proviene más de los derechos televisivos y las grandes audiencias que de la venta de boletos en el circuito. Aunque Clarkson argumentó que los aficionados son la base del negocio, la realidad es que la visibilidad mediática, las cifras de audiencia y la presencia en redes sociales impulsan la rentabilidad de la categoría. Eso explica por qué mantener carreras en ciudades icónicas o trazados míticos puede ser más atractivo que abrir hueco a circuitos nuevos o menos conocidos, incluso si estos ofrecieran mayor espectáculo en pista.
¿Es un sueño imposible?
Aunque la propuesta de Clarkson suena lógica —“si no funciona, cámbialo”—, la Fórmula 1 está atada a numerosos intereses que hacen que ese cambio sea más difícil de lo que parece. Aun así, no deja de ser un recordatorio de que la categoría reina del automovilismo necesita equilibrar espectáculo, tradición y negocio para satisfacer a su público.
Por ahora, parece que las carreras seguirán desarrollándose en circuitos con altas y bajas expectativas de adelantamiento, y la F1 deberá afrontar el reto de mantener a los fanáticos enganchados. ¿Podrían ajustes en las regulaciones de diseño de los monoplazas o en la configuración de los circuitos resolver el problema? O, como sugiere Clarkson, ¿será hora de tomar medidas drásticas y dejar fuera a los trazados con menos acción? Mientras haya pasión por la F1, es un debate que seguirá abierto.
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